viernes, 15 de enero de 2010

Si tuviera que morir hoy mi epitafio diría:
"Su capacidad para cometer errores
fue tan solo superada por su perseverancia,
aprendio a reirse de si misma"
¿Porque estos pensamientos tan funestos en una linda tarde de enero? porque lo que me paso es como para reirse.
Suelo contarle cuentos a mis sobrinos porque mi secreto de que tanto les guste es que la expresividad que cargo al relatarlo.
Estaba muy ocupada tratando de ayudar a mi hermana con unos carteles de cumpleaños cuando Brenda se acerca para pedirme que le relate uno de mis cuentos, entonces empiezo -mientras sigo en mis cosas-
"Habia una vez...un pececito muuuyyy chiquitito..."
pasaron unos segundos y mi sobrina con ganas de saber como seguis insiste en que termine el cuento.
"Habia una vez un pececito muuuyy chiquitito que queria ser grande,muy grande hasta que un dia creció y se convirtio en PEZÓN"
Ahora trato de dejar lo que estoy haciendo para contar bien un cuento o simplemente presto mas atencion.

3 comentarios:

lau dijo...

me recordó a cuando jugaba con amigos a hacer cadáveres exquisitos..

y sí, hay que reírse de uno mismo..

saludos, che..

Montessen dijo...

Cuando el sujeto es uno mismo, mejor reir que llorar, definitivamente.

Nico dijo...

Mirá cuando vaya a la escuela y les explique a los compañeros lo que es un pezón..

Abrazo grande.